jueves, 11 de julio de 2019

Honestidad

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                Me siento a escribir este artículo debido a la gran confusión que hay entre la honestidad y el egoísmo, y entre la deshonestidad y la virtud.

               Seguramente no han terminado de salir de la pérdida de la respiración ante una aseveración semejante, resultado de la pérdida de la conexión con la verdad.  La descomposición de la sociedad, la pérdida de valores y la ausencia parcial y total de dignidad humana son parte de la razón; y todo esto se ha dado debido al alejamiento de la fe, que nos une a un Dios justo y misericordioso; también al acomodamiento del egoísmo, debido a las posesio-nes materiales;  y, por último, al abuso generali-zado, debido a la maldad no castigada, e incluso alabada y premiada, consecuencia de la primera razón descrita (la pérdida del temor de Dios).  Una aseveración estremecedora y escalofriante.  Pero así es; una atrocidad. 

                     ¿Qué es honestidad y qué no lo es?

                La honestidad no es algo difícil de entender, pero sí algo muy difícil de aceptar, debido a la tendencia humana de gustarnos y querer imponernos, en lugar de aprender a respetar a aquéllos diferentes a nosotros mismos.
                Honestidad es sencilla y simplemente no alterar la verdad acerca de lo que realmente somos.  Es decir, la honestidad empieza adentro de nosotros, en nuestra conciencia.  Esto significa que, cada vez, que nos enfocamos en lo externo y nos esforzamos por complacer a otros, sin analizar primero nuestro interior, estamos cayendo en deshonestidad.

                La honestidad no tiene absolutamente nada que ver con lo que otros piensen, crean o esperen de nosotros, mientras no hayamos sido nosotros quienes generamos tal percepción o expectativa.  La honestidad no tiene ninguna obligación de hacer que los demás sepan quién soy.  La honestidad es algo que empieza siempre en mí, no importando en dónde pueda terminar.  Cuando las personas esperan que yo me encargue de su bienestar, en lugar de acercarse a preguntar, ofrecer, averiguar directamente, etc. están siendo egoístas y deshonestas consigo mismas, porque están pasando por encima de las reglas de justicia de la vida y el amor; por encima de las leyes de vida del Creador de todo.  La honestidad es la que me permite ser mi propia carretera, sin tener que preocuparme por atropellos, pues cualquiera que pueda salir atropellado lo será por haberse subido a mi carretera, no porque yo haya ignorado la suya.

                ¿No decíamos que sencilla y simplemente la honestidad es algo fácil de comprender?  ¿Por qué sencilla y simplemente?  Me cuesta pensar en algo que sea más fácil que ser nosotros mismos.  Pero si el señor Confucio me visitara, me presentaría el otro lado de la moneda, y me diría:  “¿Y no has notado cuán difícil se vuelve para un ser humano ser él mismo, entre otros que no lo aceptan como es ni por lo que es?”  Entonces, ¿qué se vuelve aún más fácil que ser nosotros mismos?  No serlo.  Y pasas de un extremo a otro en segundos, perdiendo completamente de vista la honestidad, por causa del egoísmo y la total y absoluta ignorancia acerca de la identidad y la autoestima.  Y eso, si tu problema no empezó antes de los cuatro años, entre padres exigentes, incomprensivos, y hermanos hirientes y burlones.  Porque, si realmente te amas, ¿para qué necesitas a los grupos que apoyen y respalden tu honestidad?  ¿Por deshonestidad, llamada honestidad por tu grupo?  No te enojes, por favor, sigamos hablando, sigamos dialogando, sigamos razonando para llegar a algo sólido.

                Nos asombraríamos, si nos detuviéramos a hacer una fórmula matemática que explique las probabilidades de caer en deshonestidad, y lo fácil que es y lo rápido que puede darse, si no tenemos entendimiento, conocimiento y tampoco madurez para evitarlo.
                La honestidad trae como fruto: orden, paz, justicia, equilibrio, balance, verdad, libertad.  Es solamente la honestidad la que coloca el fundamento para que todo esto pueda darse, construirse, lograrse, alcanzarse.  La honestidad es el ingrediente básico para poder hacer este pan de vida.
              Podemos enseñarle a nuestros hijos a ser honestos, aprendiendo a no temer la respuesta de otros a su identidad y expresión individual y particular;  o podemos contaminar su mente y cohibir su libertad, llenándolos de reglas diseñadas para guardar apariencias, para recibir aceptación por el comportamiento y no por la identidad; preparando una calzada para la deshonestidad. Entre más temprano aprendamos a ser nosotros mismos, más temprano poseeremos la llave para lograr felicidad verdadera y duradera en este mundo, y en  el siguiente; pues, no está en juego solamente nuestro caminar terrenal, sino nuestro destino eterno.

                  ¿Qué es la deshonestidad?
          Deshonestidad es alejarnos de la verdad.  Deshonestidad es tapar la verdad.  Deshonestidad es negar la verdad.  Deshonestidad es alterar la verdad.  Deshonestidad es valernos de la verdad para lograr fines egoístas, privando a otros de llegar a la verdad que nosotros conocemos.  Y todo lo anteriormente descrito es tan solo la base de la deshonestidad.  Todas las ramificaciones de la deshonestidad son las que nos llevan a las cosas más perversas que pueden darse entre seres humanos, en cualquier sociedad o comunidad humana alrededor del mundo.
                Deshonestidad es saber la verdad y apartarse de ella, no importando cuánto ni por qué.  Honestidad es apegarse a la verdad, no importando cuánto parezca que nos alejamos de ella, pues nuestra individualidad, nuestra identidad lleva el timón y toma las decisiones desde adentro.  ¡Y honestidad es apegarse a la verdad, no importando cuánto dolor y sufrimiento puedan resultar de ello! 
                Y, para que todo lo anterior esté dentro de lo correcto,  debemos recordar que no juzgamos nada desde juicios externos, colectivos, grupales, raciales, culturales, de apariencias, etc.  Honestidad es no negar lo que realmente somos.  Sin esta piedra angular, no hay nada correcto.

                       No saber la verdad no es deshonestidad, sino ignorancia.  Es aquél que nos cierra el camino a la verdad el que es deshonesto; no aquél que, no importando cuánto se esfuerce, no logra encontrarla, a pesar de que la desea y reconoce necesitarla.  
             No "hablar abiertamente" de la verdad que conocemos o nos consta NO es deshonestidad;  puede ser fragilidad, incertidumbre, sabiduría, paciencia, misericordia u otros similares, pero la honestidad radica en que no hay engaño adentro de nosotros;  no hay malas intenciones ni hipocresía.  Es parte de la vida amarnos a nosotros primero, para poder ser fieles a los demás.  A veces necesitamos tiempo para hacer manifiesta nuestra honestidad.  Hasta entonces, debemos saber que somos honestos y que no debemos ceder ante intimidaciones, desconfianza de otros, presiones externas y circunstanciales, manipulaciones, retos orgullosos, trampas pervesas, etc.  Debemos ser fuertes.  Esto es algo muy importante a considerar con la edad;  una perona joven puede no tener tanta fortaleza, y puede necesitar ayuda externa para decidir quedarse con la honestidad y no sucumbir a los ataques egoístas y altivos de otros astutos y soberbios.  Es muy importante aprender a retirarnos al estar ante personas que, evidentemente, saben más que nosotros.  Ellas tienen el control en donde a nostoros nos toca proteger nuestra honestidad.  ¡La humildad y el amor propio son grandes aliados en esta situación!  Una clave para reconocer a una persona honesta es que los honestos nunca controlan la vida de los demás:  aportan, aconsejan, previenen, enseñan, ayudan, protegen, pero no controlan.  Aquél que controla algo más que su propia vida tiene algún grado de deshonetidad.


                Ahora, hablemos acerca de los beneficios de la honestidad.  Y adentrémonos en el terreno de comprender cómo hacerla una cualidad propia, un valor personal, un principio para lograr felicidad, y felicidad duradera.

                    ¿Qué gano de ser una persona honesta?
                Una persona honesta es una persona que está limpia. No puede ser juzgada ni castigada en un juicio justo porque no hay nada qué castigar.  Esta limpieza es equivalente a la pureza, y esta pureza me recompensa con salud, tanto en el cuerpo como en el alma.  Gracias a la salud y a la limpieza, el abanico de opciones para disfrutar la alegría en la vida se abre delante de mí, para tomar de él, a mi antojo.  Este sólo es uno de todos los beneficios que otorga la honestidad.
                Una persona que está limpia es una persona que no tiene que preocuparse por lo que esté mal, porque nada de lo que está bajo su responsabilidad está mal. La limpieza le da paz.  La paz le da más tiempo para disfrutar; le da más capacidad para desarrollar habilidades, resolver problemas y relacionarse con otros, tanto para compartir como para ayudar, según su capacidad y voluntad.  
                Una persona honesta se ocupa de lo suyo; no se preocupa por lo que otros puedan hacer mal, ni se entromete en  la vida de otros, no importando cuán mal estén.   Una persona honesta comprende que cada uno, como adulto, debe afrontar la responsabilidad de su propia vida.  Estos detalles son los que hacen que la honestidad sea algo muy complejo, por lo tanto, difícil; pero el hecho de que sea un asunto personal lo reduce de nuevo a algo individual y justo, que no tiene que convertirse en problema de nadie, sino permanecer como un asunto de conciencia.  Es por eso que necesitamos comprender lo que es la honestidad y cuáles son sus beneficios.

                La honestidad es prueba innegable de conocerse a uno mismo.  Una persona que se conoce a sí misma tiene el control de su vida.  Al tener el control de mi vida puedo evitar peligros, vergüenza, problemas, heridas.  Teniendo el control de mi vida puedo disfrutar mucho más, lograr mucho más, hacer las cosas con mayor seguridad, felicidad, entusiasmo, compromiso, expectativas, paz, esperanza, amor.

                     La honestidad es comparable con la inocencia de un niño.  Esta inocencia es la que lo conecta con lo más puro y profundo de su ser.  Este es un beneficio más de la honestidad; es estar unidos con la inocencia de nuestro niño, pudiendo así retener lo más valioso de nuestra existencia, no importando cuántas adversidades, dificultades o dolores tengamos que enfrentar a lo largo de nuestras vidas.
                Si todo esto, aunque falten atributos, no es suficiente para entusiasmarse con la honestidad, no vale la pena que continúes la lectura.
                     Cabe mencionar que las personas deshonestas se valen de la ignorancia de otras para alejarlas de la honestidad, sin que ellas estén concientes de ello.
 
                ¿Qué puedo hacer para llegar a ser una persona honesta?

1.   No existe honestidad, si no sé quién soy.  Debo conocerme.   Suena muy fácil, pero puede haber miedo de descubrir quién soy en realidad; posiblemente debido a la religión o a nuestros padres estrictos, maestros exigentes, hermanos altivos, etc.   Aquí empieza a manifestarse el reto: “¿Quiero verdaderamente ser una persona honesta?”  Debo descubrir quién soy, sin miedo ni reservas; no debo temer encontrar dentro de mí cosas que no me agradan, o que no quisiera saber acerca de mi identidad.  Y, si logro esto, no habré logrado solamente saber quién soy, sino también la opción de permanecer siendo una persona honesta a través del tiempo.  Si amo la verdad y sus recompensas, se vuelve un hábito, una forma de vida, un patrón de pensamiento, un valor eterno: vivir en la conciencia de mi ser interior.
2.  Debo desarrollar una fuerte autoestima para no verme intimidado/a por circunstancias o personas que me aorillen o pongan entre la espada y la pared, llevándome a considerar la mentira como una salida para no sufrir o lograr algo que parece alejarse de mis posibilidades.
3.    Para ser una persona honesta debo renunciar a depender de lo externo (apariencias, posesiones, logros).  La honestidad siempre surge en los adentros.  Al apoyarme en lo externo he caído en vanidad, debilidad, orgullo, egoísmo: deshonestidad.  En la honestidad la verdad es central, no se le agrega ni se le quita, permanece la verdad, y es lo que es.
4.    La fortaleza para proteger y/o defender la identidad es otra cosa importante que hace a una persona honesta.  Si tengo carácter deberé defender lo que amo.  Si soy una persona más sensible, debo tener fortaleza para proteger lo mío, retirándome en silencio.  Más adelante explicaremos cómo afrontar los juicios externos, que pueden acusarnos de deshonestos.
5.    Debo comprometerme a deshacerme de todo egoísmo a lo largo de toda mi vida.  No existe honestidad en el egoísmo.  El egoísmo justifica todo lo deshonesto, porque él es siempre primero y último.  O soy egoísta o soy honesto/a.

Lo primero, pues, es empezar por conocernos a nosotros mismos;  llegar a tener el control de nuestras vidas; aprender a amarnos; fortalecernos y aprender a proteger y/o defender (según mi capacidad personal = identidad) lo nuestro, y finalmente, a relacionarnos con los demás en justicia y amor.
Lo siguiente, que nos entretendrá mientras vivamos es la relación humana. 
El baile que debe darse a lo largo de nuestras vidas es el de la honestidad, evitando caer en deshonestidad, y logrando comunión con los demás seres humanos, según la capacidad, deseo y fidelidad suya.   

La honestidad es el centro, la torre de controles, la sala de sesión en la que se decide qué se hace, cómo, con qué propósito, hasta dónde se llega, qué se ajusta, qué se rectifica, qué se deja, qué se cambia, qué se celebra, qué se llora, qué se aprende.
Las personas y las circunstancias pueden hacer tambalear todo nuestro mundo interior, retando todas nuestras convicciones, nuestros valores, nuestras prioridades, nuestros deseos, nuestros sueños.  La honestidad es la que debe soportar este ataque, impidiendo que se manifieste y se imponga la obstinación, el orgullo, el egoísmo y cualquier otra cosa que invite a la corrupción.
La honestidad es la que nos ayuda a separar lo falso de lo verdadero, lo débil de lo fuerte, lo ajeno de lo propio, lo limpio de lo sucio, lo claro de lo turbio, etc.  La honestidad es el ojo que no permite que las tinieblas nos engañen, nos dirijan equivocadamente, nos mientan o nos pierdan;  el ojo, que confirmará con el oído, el olfato, el gusto y el tacto.  La honestidad es la claridad que no permite error, pero no puede salvarnos de la maldad, a menos de que la integridad, la fidelidad y el amor la respalden, interviniendo.  Si esto no se da, de un momento a otro podemos recordar la honestidad que un día dirigió nuestro barco, pero que ahora no es más que una isla que un día visitamos y que tenemos en el recuerdo, como un vago pensamiento que ya no tiene fuerzas para cambiar el rumbo que ahora seguimos.

Consideremos lo siguiente:
Unos ejemplos de deshonestidad:

a.    Tener una relación de pareja en la que sabes que no amas a la persona, pero te quedas, sabiendo lo que ella quiere y espera de ti, porque te gusta lo que ella te da.
b.   Impaciencia: no terminar lo que se hace; no hacerlo bien hecho, después de haberte comprometido a hacerlo, y no tomar la responsabilidad.
c.       La jactancia.
d.     Acercarse a una persona para hacerle daño, haciéndole creer que quieres ayudarla.  (Robo, traición.)
e.     Aceptar cosas que están mal, pretendiendo bondad, cuando se aceptan porque afectan a otros y no a ti; por lo tanto, lo más fácil y cómodo es ser indiferentes. 
f.   Ponerle nombres agradables a las acciones, para no tener conciencia de deshonestidad;  pues se ha logrado la paz con las apariencias. (Ver Blog:  “Las muy peligrosas ambigüedades.”)


Unos ejemplos de algo que parece deshonestidad, pero no lo es:

a.    No hablar de tus experiencias o sentimientos porque sabes que no es algo  bien visto, y no sabes si las personas con las que estás te tienen suficiente aprecio y amor para sobrellevarlo.  Pero existe la disposición para abrirte, si esta estima y este amor se dan y comprueban.
b.    La sabiduría.
c.     La paciencia.
d.     La fe.
e.     La misericordia.
f.     Hablar de sufrimiento, exponiendo a los culpables.  Lo correcto está en la vedad y el dolor.


Unos ejemplos de algo que parece honestidad, pero no lo es:

a.     Delatar a una persona a la que no se quiere.   La deshonestidad está en que la persona que delata lo está haciendo para hacer daño, y no por que se haya cometido una falta que merezca castigo; pero esconde sus verdaderas intenciones.
b.      La hipocresía.
c.       La amargura.
d.      El resentimiento.
e.      El odio irracional.
f.       Hablar de sus cosas personales para victimizarse.  No lo hace por identidad, sino por  soledad, debilidad e incluso para hacer parecer culpable a alguien más.
g.       La jactancia.
h.       La soberbia.


El mundo material en el  que nos movemos y vivimos es palpable.  Lo vemos, lo comprendemos, lo creamos, lo manejamos, lo cambiamos, lo usamos, lo disfrutamos y hasta lo destruimos.  Llevamos mucho tiempo viviendo así, y nuestros cerebros se han acomodado a esta percepción egoísta de la vida; las muchas guerras a lo largo de la historia, las epidemias y enfermedades, el abuso de poder, la falta de moral y respeto por la vida, el desorden ecológico, lo demuestran.  No importando a qué época nos remontemos, veremos esta horrible tendencia inhumana repetida una y otra vez, en diferentes lugares alrededor del globo terrestre.  Ahora debemos recomenzar; renovar nuestro entendimiento, limpiar nuestras mentes y corazones de falsas ideas, conceptos erróneos, sentimientos egocéntricos, complejos de superioridad, indiferencia y hasta odio contra todo lo que es diferente a nosotros y a nuestros gustos y preferencias, incluyendo a los animales y las plantas.  Podríamos empezar por allí, si es necesario, y reconocer que somos muy egoístas, y que la honestidad puede iniciar su recorrido por la vida con nosotros a partir de ahora.  Reconocer nuestra maldad es el nivel más alto de honestidad que el ser humano puede alcanzar.  Pero sabernos malos y no hacer nada al respecto es, paradójicamente, el nivel más bajo de humanidad y el más alto de deshonestidad que podemos conocer.

                 En algún momento hablamos de la importancia de proteger y defender nuestra identidad.  Debemos comprender que no todos tenemos la capacidad de defender, pero sí de proteger.  No debemos quedarnos cuando somos incapaces de defender;  debemos ser humildes y sabios, y retirarnos, evitando pérdidas lamentables, y logrando cumplir con la protección que nos coresponde.

              Todos podemos proteger nuestra identidad, sencillamente, a través de permancer fieles a lo honestidad, pero no todos podemos defenderla.  Esto es muy importante, porque el hecho de quedarnos queriendo o pretendiendo defensa nos llevaría a desprotección y pérdidas lamentables, debido a la soberbia y al orgullo.  Esto es algo muy factible debido a la fragilidad de la parte interior. Hay una tendencia en nostoros a defender nuestro egoísmo y nuestro orgullo, y somos totalmente ignorantes para defender nuestro amor propio y nuestra identidad verdadera. 
                Protegemos a través de cuidar lo que es nuestro. Para ello podemos movernos, postergar, apresurarnos, callar, distraer, levantar la voz, correr, detenernos, quitar, colocar, etc.  Esto es lo que le corresponde a todo ser humano con inteligencia básica.  Siendo fieles en cumplir con lo que manejamos, estamos protegiendo.  Defender es algo que pueden hacer solamente los privilegiados con inteligencia superior.  Ellos tienen no solamente el conocimiento, sino el carácter, el corazón.  Debemos cuidarnos de celos raciales, resenti-mientos, amargura, temores, cosas irracionales, y de todo lo que nos aleja de una identidad limpia, coronada por la honestidad.

           La inteligencia superior no es algo que pueda lograrse.  Todo lo que podemos hacer es ser honestos para saber si la poseemos o no, y al ubicarnos, proteger nuestra identidad, o defenderla.  La honestidad tiene la capacidad de llevarnos a la verdad;  es como un puente que nos saca del fango de la corrupción para llevarnos a la buena tierra, en la que podemos dar fruto, gracias a la verdad.


            Es parte de la honestidad revisar constantemente nuestras vidas, para confirmar que vivimos desde nuestra capacidad individual, sin pretender manejar mayor conocimiento que el que realmente podemos aplicar en la práctica.  De no ser así, estaremos afectando negativamente a otros, y la verdad se hará evidente con el tiempo.


Al comprender que la honestidad es algo individual, veremos con claridad que es absolutamente posible que dos personas honestas estén en total desacuerdo en cuanto a un punto, y que sea imposible para ellas  llegar a un acuerdo en cuanto a ese punto preciso, precisamente porque sí son honestas y se encuentran en diferentes puntos de comprensión de la verdad, diferentes niveles de crecimiento y madurez, pero no sin honestidad.  Si una de ellas no lo fuera, parecería que todo está bien, y que hay acuerdo, pero la deshonestidad se manifestaría a través de los sucesos tristes, vergonzosos y lamentables que se harían manifiestos con el paso del tiempo. 
Estas son las paradojas de la verdad.  Debido a su magnitud, puede darse esto.  Sólo al completar el crecimiento, estaremos capacitados para ver la vida desde diferentes perspectivas, sin caer en desacuerdo.  Hasta entonces es parte de la honestidad, respetar la perspectiva personal solamente, porque es imposible entrar al círculo de alguien más, debido a la grieta que nos separa del otro individuo.  El trabajo en equipo que llegó a haber entre blancos e indios norteamericanos es un buen ejemplo para comprender este proceso.

La honestidad es una cualidad humana que abre grandes puertas de acceso a la justicia, la libertad y la felicidad.  La deshonestidad es un fruto podrido que corrompe todo a su alrededor, sin excepción.
La honestidad es algo que todo ser humano debe desear.  La deshonestidad es algo de lo cual todos, como seres humanos, debemos cuidarnos.

Lo que debe unirnos siempre es la verdad.  Y, de nuevo, debido al tamaño de la verdad, comparable con el  tamaño del planeta, es posible que debamos vivir alejados los unos de los otros, porque nuestras perspectivas son tan distintas que resulta imposible convivir sin hacernos daño.  Pero hay una verdad maravillosa por la que podemos empezar: 

“Somos seres humanos.”  Y, a su tiempo, 
habiendo logrado respetarnos como tales, podremos convivir 
para compartir nuestras diferencias, 
cuando éstas ya no nos destruyan, sino sean algo que nos bendiga recíprocamente.

             Y es la honestidad la que nos ayudará a llegar hasta allí.


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Un Amigo


Amigo es el que te ve con fe,

y anhela y disfruta verte crecer.



Es el que no por cualquier cosa se ofende

y tus debilidades comprende.

En las aflicciones nunca te deja

y en momentos decisivos

con amor te aconseja.

Contigo llora y de ti no se desespera;

te anima y te espera.



Tus errores perdona

y no te abandona.

En ti confía

y de habladurías no se fía.

La verdad no te esconde

y a tu amistad fiel corresponde.



Un amigo no es una carga,

sino el que de las presiones te descarga. 
    
En ocasiones especiales no olvida llamarte

y contigo las alegrías de la vida comparte.



¡Atesóralo y aprécialo;

tenlo en alta estima y cuídalo!

Un amigo es un invaluable tesoro

más preciado y más precioso que el oro.

Sé sabio y sabe a un amigo reconocer,

con ello tu vida de felicidad no ha de carecer.



¡Por nada del mundo lo vayas a perder!

Sé tú a su amistad fiel.



Todo tiempo de siembra llega a su fin,

y todo sembrador espera la cosecha;

esto ansiosamente,

ten esto en mente.

¡Qué tu infidelidad no se vuelva una endecha!


        





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Canciones relacionadas:

"Mandy"  (Barry Manilow)
"Honesty"  (Billy Joel)
"Truly" L. Richie
"The heart is not so smart"  (DeBarge)
"You´ve got a friend"  (Carole King)
"Si bastasen un par de canciones"  (Eros Ramazzotti)
"Echa pa´lante" (Thalia)
"That´s what love is for"  (Amy Grant)
"Oh, Lord, your tenderness"  (Bob Fitts)
"A broken spirit"  (Marty J. Nystrom)
"The heart is not so smart" (DeBarge)
"All I need"  (Jack Wagner)
"Querida"  (J. Gabriel)
"Angel of the morning"  (J. Newton)

Lectura:
Libros: "Hablando de Amor"  (Ami Contreras B.)
"Autoridad espiritual"  (Watchmann Nee)